lunes, 5 de julio de 2010

de los días de Feria

Alrededor del Volcán que escupe Agua, Jacob corría en círculos irregulares, intentando beberse toda el agua que salía de él. Lo hacía con todo y su algodón que agitaba por el aire. Iba alborotando y salpicando de sus sonrisitas de azúcar, a todos los caminantes. Su cabeza peloncita reflejaba el sol, compartía su luz.
Después se paró junto a una Estatua. Una moneda gigante de sus dedos resbaló, cayó en una vasija que activó el circuito de la Estatua que ahora comenzaba a moverse. ¡Está Viva, está Viva! Alcanzó a gritar y a brincar, le indicaron que posara y así lo hizo, con una sonrisa que a sus pocos años, sus dientes presumían tremenda ventanita. Se embarró de pintura gris que la figura sudaba. ¡Wow, mira mamá, me estoy convirtiendo en Estatua! Y dejó de moverse por unos segundos. Enseguida los grandes lo fotografiaron con su tecnología inalámbrica. Todas las sonrisas que compartía con los demás niños del lugar, llegaban a los oídos de los grandes y de los que venden ropa, comida, y esas pistolitas que disparan alegrías de 15 pesos.
A lo lejos palabras extrañas, el idioma portugués se camuflajeaba con el español. Un inmenso Triciclo no cabía en los pequeños ojos de Jacob. Charles Chaplin decoraba el pasillo con su pantomima y su perro de estambre que espantaba a grandes y chicos.
Jacob tuvo un último día antes de morir a causa de su cáncer.

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