Alrededor del Volcán que escupe Agua, Jacob corría en círculos irregulares, intentando beberse toda el agua que salía de él. Lo hacía con todo y su algodón que agitaba por el aire. Iba alborotando y salpicando de sus sonrisitas de azúcar, a todos los caminantes. Su cabeza peloncita reflejaba el sol, compartía su luz.
Después se paró junto a una Estatua. Una moneda gigante de sus dedos resbaló, cayó en una vasija que activó el circuito de la Estatua que ahora comenzaba a moverse. ¡Está Viva, está Viva! Alcanzó a gritar y a brincar, le indicaron que posara y así lo hizo, con una sonrisa que a sus pocos años, sus dientes presumían tremenda ventanita. Se embarró de pintura gris que la figura sudaba. ¡Wow, mira mamá, me estoy convirtiendo en Estatua! Y dejó de moverse por unos segundos. Enseguida los grandes lo fotografiaron con su tecnología inalámbrica. Todas las sonrisas que compartía con los demás niños del lugar, llegaban a los oídos de los grandes y de los que venden ropa, comida, y esas pistolitas que disparan alegrías de 15 pesos.
A lo lejos palabras extrañas, el idioma portugués se camuflajeaba con el español. Un inmenso Triciclo no cabía en los pequeños ojos de Jacob. Charles Chaplin decoraba el pasillo con su pantomima y su perro de estambre que espantaba a grandes y chicos.
Jacob tuvo un último día antes de morir a causa de su cáncer.
Después se paró junto a una Estatua. Una moneda gigante de sus dedos resbaló, cayó en una vasija que activó el circuito de la Estatua que ahora comenzaba a moverse. ¡Está Viva, está Viva! Alcanzó a gritar y a brincar, le indicaron que posara y así lo hizo, con una sonrisa que a sus pocos años, sus dientes presumían tremenda ventanita. Se embarró de pintura gris que la figura sudaba. ¡Wow, mira mamá, me estoy convirtiendo en Estatua! Y dejó de moverse por unos segundos. Enseguida los grandes lo fotografiaron con su tecnología inalámbrica. Todas las sonrisas que compartía con los demás niños del lugar, llegaban a los oídos de los grandes y de los que venden ropa, comida, y esas pistolitas que disparan alegrías de 15 pesos.
A lo lejos palabras extrañas, el idioma portugués se camuflajeaba con el español. Un inmenso Triciclo no cabía en los pequeños ojos de Jacob. Charles Chaplin decoraba el pasillo con su pantomima y su perro de estambre que espantaba a grandes y chicos.
Jacob tuvo un último día antes de morir a causa de su cáncer.
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