martes, 15 de marzo de 2011

Carmen

Por mucho tiempo, la llamada Música Clásica se ha considerado, erróneamente, como elitista. Sinceramente, estimada lectora estimado lector, yo pienso que no es así. Claro, que si uno va por primera vez a un teatro a disfrutar de un buen concierto, lo ideal es adoptar la posición más comercial del “mesientomecallo”, también conocida, en los bajos mundos como imitación de la postura: “Diputado en curul”, la cual consiste en, nada más, estar sentado y de vez en cuando levantar la mano (en este caso la mano será para acomodarse el peinado. A diferencia de un Diputado en su curul, es necesario poner mucha atención).
Es muy importante no llevar alimentos y tratar de tener los celulares en modo silencioso, se trata de un espectáculo tan maravilloso que el silencio, del público, es el aderezo perfecto. Una cosa muy importante: Dejemos para el final la lluvia de aplausos, no antes. Para el final. Si eres primerizo, procura ser el último en deshojar tus manos en aplausos.
Bueno, después de un breve manual acerca de lo prohibido, prosigamos con la narración. La ópera es una obra musical con acción dramática escrita, para ser cantada y representada.
Sobre esto, quiero comentar que, hace unos días, tuve la oportunidad de apreciar la Ópera “Carmen” (compuesta en 1875, por el inglés Georges Bizet) desde el cine.
Normalmente las óperas son en teatros. Pero, a mí también me sorprendió cuando me invitaron a verla en el cine. Se trataba de una función a tercera dimensión.
Llegué y compré el boleto (95 pesos, qué caaaaaro). Ya en la sala, me dispuse a poner los tan pomposos Lentes 3D que, sumados a mis lentes antimiopia, me hacían parecer cualquier animalejo con seis ojos que, la ciencia, estaría muy interesada en investigar. Afortunadamente, todo estaba oscuro y nadie se pudo dar cuenta de tal vituperio.
Comenzó la ópera, yo sentía que Carmen, (la cantante protagonista) me cantaba a mí, me coqueteaba, se acercaba al centro de la pantalla y me ponía más nervioso, comenzaban a temblarme los pensamientos, me aferraba del asiento y estaba a punto de extenderle mis brazos. Todo era muy halagüeño. Pero, apareció él: Don José (cantante masculino protagonista).
Carmen se fue a sus brazos y me dejó vestido y alborotado. Afortunadamente, el karma se hizo presente y así como Don José fue la manzana de la discordia en la relación abierta que teníamos Carmen y su servidor, el personaje Escamillo (torero) fue la manzana de la discordia del amorío de ella y Don José.
Todo era dramático, porque Carmen estaba con Escamillo, ya no amaba a Don José, quien en un arranque de locura y, mientras el torero triunfaba en la Plaza de Toros, le clava un cuchillo a ella, cuando le confesó que ya no lo amaba.
Bueno, si no han visto la ópera, les recomiendo lo hagan. Búsquenla en los Centros Comerciales. A veces joyas como estas, las venden a 15 o 50 pesos. Una maravilla. Si no, en Internet la encontrarán.
Lamentablemente en el cine, donde la exhibieron, sólo apareció la ópera, en cartelera, pocos días. Quizá se deba a que nadie sabe, nadie supo. También, al poco interés de la gente en apreciar este tipo de espectáculos. Lo cierto es que hay películas que son un fiasco (tomando en cuenta que el cine es arte), y son exhibidas varias semanas y otras producciones muy valiosas, las quitan o “de plano” se tardan en llegar casi 6 meses. Esperamos que los amigos de los cines “se pongan las pilas” y traigan buenas películas. No han traído “La Risa en Vacaciones 34” y ya casi, va a salir la 36 (Durango tierra de Cine).


Y como dijo Sólo: “Los Dejo”.



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