miércoles, 26 de octubre de 2011

Con la vara que midas…

-Columna Publicada en el Periódico "La Semana Ahora" en su edición núm. 551-
La muerte nunca va a dejar de impactarnos, ya sea por la vía mártir, por la vía violenta, o de una manera tranquila, como diría José Revueltas “la muerte es un acto infinitamente amoroso”.
Siempre que alguien muere, sea muy cercano o conocido, de algún modo nos vulnera. Pero, jamás llegaré a comprender, que la muerte de una persona, pueda generar alegría en miles, hasta millones de personas. Hasta dónde ha llegado la maldad.
La semana pasada, Muammar el-Gaddafi, fue capturado por revolucionarios libios. No tardó de completar la frase, de súplica y/o perdón, cuando la lluvia de plomo le reventó ambas rodillas.
Ultrajado, fue, literalmente, arrastrado, pisoteado, maldecido. Él sabía que todo había terminado.
A los 20 años, Gaddafi participó en la fundación de un grupo político clandestino de oficiales jóvenes, que derrocaron al Rey Idris I, en Libia. Con esto, creció políticamente, pasando de ser Jefe del Estado Mayo a Primer Ministro, cargo que no le fue suficiente y lo abandonó en personas allegadas a él.
En 1973, puso todas sus aspiraciones políticas en el llamado “Libro Verde”, un documento que mezcla el socialismo, islamismo y el nacionalismo árabe, con el cual buscaba la expansión del gobierno, por África y Asia. Poco a poco, fue creciendo su carisma político, por un espíritu luchador antiimperialista, que lo impulsó a asumir la Dirigencia en la Organización para la Unidad Africana.
Igualó su política, con la de Unión Soviética. La relación con los gobiernos occidentales siempre fue mala, a tal grado que en 1986, Estados Unidos bombardeó Libia, acusándolos de fomentar el terrorismo internacional.
Sin embargo, él siguió en el poder, a pesar que en 1992 y 1993 se buscó un golpe de Estado, llegando la ONU, a imponer sanciones fuertes, al régimen de Gaddafi.
Fue hasta este año, donde se comienza una ola de cambios en el mundo árabe, cuando inician los reclamos de los libios hacia su Gobierno, que exigían mejores condiciones de vida y la democratización de su régimen. Gaddafi contestó con las armas, provocando una Guerra Civil.
Esta última guerra, en la era Gaddafi, provocó una nueva ruptura de su gobierno con la Unión Europea que, el 17 de marzo del 2011, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, autorizó una acción bélica contra el gobierno de Libia, limitada a términos militares, sin pedir la captura física del mandatario.
En una lucha encarnizada, los libios se pusieron como meta, capturarlo. El país estaba trepado en la escala de violencia.
Fue hasta el jueves 20 de octubre, cuando los 42 años de régimen, de un hombre fuertemente vinculado con poderosos políticos de Occidente, fue derrocado con la muerte del propio Gaddafi, justamente como inició su carrera política, terminó.
Hasta dónde ha llegado la maldad, para que la muerte de una persona, genere tanta felicidad. Hasta dónde. Ojalá que esto sirva para que Libia, busque su estabilidad interna.





Y como dijo Sólo: “Los dejo”.



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