miércoles, 9 de noviembre de 2011

Dejándome llevar

-Columna Publicada en el Periódico "La Semana Ahora" en su edición núm. 553-

Ahora sí parece otoño –me dice Jacob cuando mira por la ventana-. Las hojas tienen el color que más me gusta: el dorado. ¡Mira cómo corren las hojas por la calle! ¡Vamos, alcánzala que no te gane! -le dice a una hoja que se quedó varada en los tobillos del señor Árbol. Pasa su mano por el cristal de la ventana, imaginando que la toma, con sus dedos chaparros, y la empuja hacia las demás para que corra-.
Después, me explica el significado de la frase de Goethe “Verde es el árbol de dorados frutos que es la vida” -explicaciones que una persona como yo, hasta ahora, no ha podido digerir. Por ello, puse cara de entendimiento, asentí con toda seguridad su opinión y hundí la mirada en las galletas junto a la taza de café-.
Aquí adentro, parece otro mundo, pensé. Estoy leyendo el periódico como buen vegetal que soy y me entero de muertos, suicidios, asesinatos, diputados plurinominales, “Juanitos” y grito con las manos una maldición -Jacob sigue con los ojos estampados en el cristal de la ventana-. Me estremece la inestabilidad de nuestra arcaica necesidad de paz, parece no tener fin tanta información apoltronada y vengativa.
De pronto, me percaté que Jacob ya no estaba, lo busqué con la ansiedad de quien busca a su propia identidad. Solté la taza y ésta escupió algunas gotas de café. Llamo a Jacob y no acude, me desgañito, sacudo la cabeza y pienso: A mí qué me importa qué haga. Nunca me hace caso.
Con la taza ya vacía y, después de hacer la mecánica revisión de las noticias en los Medios Impresos, acudí a asomarme por la ventana, desde donde Jacob había estado mirando las hojas, hace media hora. Fue entonces que lo vi correr, tras las hojas, alrededor del Señor Árbol, uno de los tantos de nuestra ciudad, históricos, con sus crucigramas en la corteza. Esos árboles que tienen un aire antiguo, de las pláticas de nuestros viejos, de las tuyas, las nuestras. Huelen y comparten sus sueños en ramajes cortos, largos.
Caminando por las Alamedas –un ejemplo- de nuestra querida Capital, nos damos cuenta de la belleza que se nos escapa con los años, delante de nuestros ojos. A veces nos focalizamos tanto en problemas sociales que si encontráramos detalles como esos, sin duda viviríamos mejor y disfrutaríamos haber nacido en esta ciudad. Pero –como me dijo Jacob-, Nadie vive solo de ilusiones.
Me dejo llevar por el momento y viendo a Jacob correr como si fuera una hoja más, le grito: ¡Vamos, alcánzala que no te gane!
Antes de continuar, quiero felicitar a la compañera Periodista Lourdes López Salas, por su nombramiento en la CETAIP. Es un honor estar a unas páginas de usted…
Saben qué, mejor ya no lean mi columna, vámonos a leerla a ella y después, nos seguimos con el Semanario, que trae más cosas importantes que esta columna. Sí, vámonos a leer. Cuidemos el agua.




Y como dijo Sólo: “Los Dejo”.



Cualquier comentario, acerca de esta columna otoñal, favor de enviarlo a desdeelapando@hotmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario