Muy temprano, a las 6:22 horas, de este lunes 7 de febrero, sonó el despertador. Como de costumbre, pedí, al tiempo, 5 minutos más para dormir y despertarme con más ánimo. Recordé que siempre que me apremio con 5 minutos más, me quedo dormido aproximadamente 10 minutos ó 15 y el despertar es caótico. Por lo tanto, enderecé mi columna vertebral y su relleno de carnes flacas y dispuse a levantarme.
Tomé el pantalón y lo coloqué en su lugar, junto a la cama y me puse un pans deportivo. “Hora de trabajar” colgó de mi boca. Un parpadeo después me encontraba fuera de mi habitación, lejos de mi cama, de reconciliarme con los sueños, todavía escurrían hasta la oficina, done llegué y encendí la computadora.
Me pareció extraño que la casa se encontraba dormida, todavía. Los lunes a esta hora siempre hay movimiento, sonrío un poco ante la iniciativa de pensar que “alguien” se quedó dormido. Enciendo la computadora o el computador y voy hacia la cocina, “un café” me dije al tiempo que mis pies reptaban la sala y arañaban la cocina.
Traté, disimuladamente, de hacer ruiditos para que “alguien” se despertara y se diera cuenta que se le ha hecho tarde. No obtuve resultados positivos. Ese “alguien” ha de estar bien apoltronado para no querer levantarse. Un café bien amargo siempre es una delicia. “Ahora regreso por un bocadillo” me dije cuando apagué la luz de la cocina y caminé cansado, con los párpados hasta el suelo y queriendo regresar a donde hoy no debí abandonar. Recordé que al despertar tenía que pensar en “eso”, pero tengo mucho sueño y decido pensarlo más tarde.
Ya en la oficina esperé a que la máquina iniciara Windows, saboreé el café y gesticulé un “mmmm” tan delicioso como jamás. Regresé los ojos y el Windows apenas me dejaba mover el “maus”, con él bordeé algunos archivos del escritorio y evite pensar, otra vez, en “eso”.
Por fin la máquina me dejó iniciar sesión y abrir “Word”. Mientras lo abre, me dije, haré un poco de ejercicio. Ya de pié, estiré los brazos y uno, y dos y undostres y uno y dos y undostres y “Shhhhhh” alguien gritó. Qué alegría, ya era hora que se levantaran y en un tono más bajo regresé a la cuenta, y uno, y dos y undostres y uno y dos y undostres “Shhhhh”. Por un rato seguí haciendo aquello, hasta que “alguien” ya no decía sólo “Shhhh” sino un “vete a dormir” con tremenda fuerza que, confieso, desperté un poco más.
Ya dibodo, me dije, ahora si a trabajar. Cuando veo la fecha, recuerdo en “eso” que tenía que pensar al despertar y quise llorar, en “eso” que tenía que pensar era en apagar el Despertador y volver a dormir. ¡Hoy es día feriado, no se trabaja por la mañana!
Cómo es la gente y no le dice a uno nada y cómo es el Gobierno que pretende marear a la ciudadanía con sus cambios de fechas. En fin, ya despierto, escribí estas líneas y lo guardé, antes de poner la cabeza sobre el teclado, de la máquina, y babearlo con sueños dirigidos.
Y como dijo Sólo: Los Dejo.
Cualquier comentario acerca de esta columna que dormita, favor de enviarla a desdeelapando@hotmail.com
Tomé el pantalón y lo coloqué en su lugar, junto a la cama y me puse un pans deportivo. “Hora de trabajar” colgó de mi boca. Un parpadeo después me encontraba fuera de mi habitación, lejos de mi cama, de reconciliarme con los sueños, todavía escurrían hasta la oficina, done llegué y encendí la computadora.
Me pareció extraño que la casa se encontraba dormida, todavía. Los lunes a esta hora siempre hay movimiento, sonrío un poco ante la iniciativa de pensar que “alguien” se quedó dormido. Enciendo la computadora o el computador y voy hacia la cocina, “un café” me dije al tiempo que mis pies reptaban la sala y arañaban la cocina.
Traté, disimuladamente, de hacer ruiditos para que “alguien” se despertara y se diera cuenta que se le ha hecho tarde. No obtuve resultados positivos. Ese “alguien” ha de estar bien apoltronado para no querer levantarse. Un café bien amargo siempre es una delicia. “Ahora regreso por un bocadillo” me dije cuando apagué la luz de la cocina y caminé cansado, con los párpados hasta el suelo y queriendo regresar a donde hoy no debí abandonar. Recordé que al despertar tenía que pensar en “eso”, pero tengo mucho sueño y decido pensarlo más tarde.
Ya en la oficina esperé a que la máquina iniciara Windows, saboreé el café y gesticulé un “mmmm” tan delicioso como jamás. Regresé los ojos y el Windows apenas me dejaba mover el “maus”, con él bordeé algunos archivos del escritorio y evite pensar, otra vez, en “eso”.
Por fin la máquina me dejó iniciar sesión y abrir “Word”. Mientras lo abre, me dije, haré un poco de ejercicio. Ya de pié, estiré los brazos y uno, y dos y undostres y uno y dos y undostres y “Shhhhhh” alguien gritó. Qué alegría, ya era hora que se levantaran y en un tono más bajo regresé a la cuenta, y uno, y dos y undostres y uno y dos y undostres “Shhhhh”. Por un rato seguí haciendo aquello, hasta que “alguien” ya no decía sólo “Shhhh” sino un “vete a dormir” con tremenda fuerza que, confieso, desperté un poco más.
Ya dibodo, me dije, ahora si a trabajar. Cuando veo la fecha, recuerdo en “eso” que tenía que pensar al despertar y quise llorar, en “eso” que tenía que pensar era en apagar el Despertador y volver a dormir. ¡Hoy es día feriado, no se trabaja por la mañana!
Cómo es la gente y no le dice a uno nada y cómo es el Gobierno que pretende marear a la ciudadanía con sus cambios de fechas. En fin, ya despierto, escribí estas líneas y lo guardé, antes de poner la cabeza sobre el teclado, de la máquina, y babearlo con sueños dirigidos.
Y como dijo Sólo: Los Dejo.
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