De nueva cuenta en domingo. Pero, en esta ocasión es completamente diferente a los demás. Normalmente aquí en la oficina (debo aclarar que la oficina es mi casa, tu casa estimada lectora apreciable lector). Decía que, normalmente, aquí hay mucha pasividad los domingos por la noche. A veces, da la impresión de no existir nadie y que la Televisión está encendida para “despistar al enemigo” y hacer como que la vemos. Me refiero a que los domingos, por la noche, es para dejar a la Televisión hablar sola, mientras los demás arreglamos nuestras cosas para la semana, Jacob siempre se la pasa buscando qué historia contarme, o, en dado caso de que alguien esté viendo la TV, es para estar sentado en el sofá y pensando cualquier otra cosa, menos ponerle atención.
Pero, da la cochina casualidad, que la oficina es pequeña, que hay dos televisiones en total y, casualmente cuando ambas están encendidas, la una le contesta a la otra y se pasea el sonido por la pequeña infinidad de la oficina. Esto sucede muy poco. Ese poco es ahorita.
Cuando uno está emocionado viendo televisión, le sube a un volumen un poco alto, para evitar que cualquier gimoteo del “mono” se nos resbale por los oídos.
Desde la sala (a 25 pasos de aquí, usando chancleta, hacia el norte) se escucha a “La Bere” hablar algo sobre una tal Teresa. Yo no sé mucho del tema pero creo que es una telenovela más de Telerisa y que hoy domingo llega a su fin. Por el otro lado (también a 25 pasos pero hacia el sur), escucho a Jacob preguntándole a la TV que por qué invitan a los Oscar a Tim Burton. Se pregunta cómo una persona, sabiendo que saldrá en una Alfombra Roja, no se peina y, al contrario, cada vez que las cámaras decían “pajarito pajarito” el tomaba su cabello y lo despeinaba más.
En fin que éste no es un domingo. ¿Dónde chingados quedó la pasividad de los domingos? (perdón por la expresión. Sinceramente tenía ganas de decirla, así que no me echen petróleo en el hocico).
Yo busco, con toda normalidad, los huequitos de mi cama para poder leer un poco y escribir. Pero, como no dejan espacio para el silencio y esa paz interior (ay si), recorro el baño de norte a sur y nada, no hay silencio. Salgo y paso a la cocina pero allá parece que Teresa está en la Alfombra Roja y tampoco encuentro al silencio y entonces pienso: Si el silencio a veces es ensordecedor y me desangra, con sus brazos de impaciencia. ¿Por qué no viene ahorita y me espeta con sus garras y su sisaña?
Total que terminé bajo mi cama, ya está sellada la puerta de acceso, de mi habitación. Aquí se escucha menos el ruidajal aquel, o al menos esa impresión me da. Sólo vine a buscar un lugar de paz para venir a oprimir el punto final que abrocha esta columna de hoy.
Y como dijo Sólo: Los Dejo.
Cualquier comentario acerca de esta columna con mucho ruido, favor de enviarla a desdeelapando@hotmail.com
Pero, da la cochina casualidad, que la oficina es pequeña, que hay dos televisiones en total y, casualmente cuando ambas están encendidas, la una le contesta a la otra y se pasea el sonido por la pequeña infinidad de la oficina. Esto sucede muy poco. Ese poco es ahorita.
Cuando uno está emocionado viendo televisión, le sube a un volumen un poco alto, para evitar que cualquier gimoteo del “mono” se nos resbale por los oídos.
Desde la sala (a 25 pasos de aquí, usando chancleta, hacia el norte) se escucha a “La Bere” hablar algo sobre una tal Teresa. Yo no sé mucho del tema pero creo que es una telenovela más de Telerisa y que hoy domingo llega a su fin. Por el otro lado (también a 25 pasos pero hacia el sur), escucho a Jacob preguntándole a la TV que por qué invitan a los Oscar a Tim Burton. Se pregunta cómo una persona, sabiendo que saldrá en una Alfombra Roja, no se peina y, al contrario, cada vez que las cámaras decían “pajarito pajarito” el tomaba su cabello y lo despeinaba más.
En fin que éste no es un domingo. ¿Dónde chingados quedó la pasividad de los domingos? (perdón por la expresión. Sinceramente tenía ganas de decirla, así que no me echen petróleo en el hocico).
Yo busco, con toda normalidad, los huequitos de mi cama para poder leer un poco y escribir. Pero, como no dejan espacio para el silencio y esa paz interior (ay si), recorro el baño de norte a sur y nada, no hay silencio. Salgo y paso a la cocina pero allá parece que Teresa está en la Alfombra Roja y tampoco encuentro al silencio y entonces pienso: Si el silencio a veces es ensordecedor y me desangra, con sus brazos de impaciencia. ¿Por qué no viene ahorita y me espeta con sus garras y su sisaña?
Total que terminé bajo mi cama, ya está sellada la puerta de acceso, de mi habitación. Aquí se escucha menos el ruidajal aquel, o al menos esa impresión me da. Sólo vine a buscar un lugar de paz para venir a oprimir el punto final que abrocha esta columna de hoy.
Y como dijo Sólo: Los Dejo.
Cualquier comentario acerca de esta columna con mucho ruido, favor de enviarla a desdeelapando@hotmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario