viernes, 7 de enero de 2011

Acitrón

Ando buscando a los Reyes Magos ¿los han visto? No, querida lectora apreciable lector, no es a Don Gabino Martínez “Melchor” ni a Diego “Gaspar” de Cevallos ni mucho menos a “Baltasar” Pedro Cortés a quien busco. Es a los Verdaderos Reyes Magos, al del Caballo, Camello y Elefante ¿Dónde Están?
Dirían los españoles si me vieran: oí madre cómo se ha puesto éste.
He sido sujeto #yoconfieso a una burla.

Por la mañana, después de despertarme y limpiarme la babita del cachete, salí expulsado de mi cama hacia la sala. En una carrera con Jacob codo a codo, mano a mano, como si fuese contienda electoral Herrera Caldera vs Aispuro, con el cabello tipo Luis XIV, me enfilé en recta final hacia la meta: Los regalos de los Reyes.
Quiero dejar en claro ante ustedes que algo ominoso me ha sucedido esta mañana. Junto a mi zapato, encontré un Papelito totalmente dedicado a mí con la leyenda: Sigue Participando ¡Háganme el Fabrón!

En fin, evitemos más berrinches mentales. Bueno, Jacob me acaba de explicar que aquí en Durango no llegan los Reyes sino el Niño Dios.
Perdonen ustedes Reyes Magos. Olviden lo que dije, su caballo es como el de Agustín Jaime, el camello es como el cuauh y el elefante no es una obra de Gobierno como pensé. Sus animales son rete buena onda. Ah Melchor, Gaspar y Baltasar son bonitos nombres, anda tú perdónenme.

Hoy fue día de partir la rosca. Recuerdo cuando éramos unos “pendejillos” (disculpen lectores la palabrilla, así decía mi bisabuela Concha Morales Arango, enójense con ella. Recuerdo que le decíamos “Ája concha” y la toreábamos). Continúo, recuerdo que un día antes, papá nos decía: Mañana es día de partir la Rosca en casa de los abuelos. Lo cual implicaba dormirse temprano, no sé para qué, levantarse a bañar con mis hermanos, que nos peleábamos a ver quién era el machote que se bañaba primero, nadie quería. Por la tarde, había que dejarse peinar por mamá para que diéramos buena impresión a los abuelos, unas gotitas de limón y el copete más gaviotezco que el de Peña Nieto. Yo confieso que parecía, don Benito Juárez con todo y la cara de torzón.

La hora de llegada siempre era diez minutos antes de la hora pactada, papá decía que llegar puntual hablaba bien de la persona. En realidad, el llegar puntual siempre lo entendí como agarrar un buen lugar para toda la noche. Es que “semos” muchos nietos y había pocos lugares cómodos y si te ganaban el lugar siempre era buscar a una prima qué madrugar. En ocasiones cuando me llamaban a que partiera mi pedazo de rosca decía: No tengo hambre, con tal de que no me quitaran mi lugar y papá pensaba “yo no sé para qué los traigo si se la pasan sentados”.

Cuando sí quería rosca era de manosear los pedazos de mis primas y primos para buscar el famoso Niño Dios. Unos ni aguantaban y se iban a su lugar a sentarse lloriqueando y con su rebanada toda hecha migajas.

Siempre creí que partir la rosca era como parir. Todos mis tíos hacían la labor de parteros y estaban al pendiente de que alguien pusiera su bisturí sobre aquella rosca. Todos en busca del citado chamaco. Con gritos como ¡ay, ay, me vas a mochar un ojo hijo! o ¡ahí, ahí está el niño!

Espérenme ahí vengo.

Ya regresé, ustedes perdonen pero fui a partir mi pedazo de rosca y ¿qué creen? Me ganaron mi lugar. Así que ya me voy que comienzan a moverle a la computadora.

P.D. El Domingo es el Cumpleaños del Gobernador Jorge I. Vamos haciendo una "cooperacha" para comprarle un pony, así si se cae es menos el golpe.



Y como dijo Sólo: Los Dejo



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1 comentario:

  1. ¡Bendito Dios y no le amaneció un pedazo de carbón! A mi eso me amanece :(

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