martes, 28 de septiembre de 2010

Bachisismo I

Me he encontrado una joya arquitectónica en la calle dice Jacob y le digo que es un bache, que se aleje, es de Satán!!! Después se sienta a mi lado y comienzo a contarle:

Han pasado siete o cien años desde que se encontró la primera existencia de su especie. El primer vestigio fue hallado gracias al invento primitivo, la rueda. Al principio fue algo rutilante, la humanidad se encontraba en pleno alborozo por dicho descubrimiento cuando, por descuido, olvidó cubrirlo en tiempo de lluvias y fue ahí cuando ocurrió la trivialidad y lo que a la postre se conocería como el bachisismo.
La Lluvia, que en aquellos tiempos se usaba para la producción de alimentos, la multiplicación de la riqueza de los agricultores, etc., se había convertido en el motivo principal con el que el bachisismo se habría propagado hacia la vasta carpeta asfáltica de nuestras vialidades republicanas.
Era cuando comenzaba a tener sus primeros seguidores y, como en toda secta, había muchos que iban en contra de dicho culto, (hay que decir que nuestros gobernantes, predican el bachisismo trienio tras trienio o sexenio tras sexenio, según sea el "puestirijillo").
Se me viene a la memoria el gran Bache del siglo de Oro, el que fuera apodado “el abuelo”, porque nadie en la ciudad podría recordar con exactitud, cuándo ni quién fue a su boda civil. “El Abuelo” fue reconocido e inclusive, se le tomaron las medidas exactas de su cuerpo, para que, después de quitar el kiosco de la Plaza de Armas, se colocara una copia en su memoria. Impresionantemente medía un metro de diámetro.
El gran Gonzalito Yáñez decidió ser el padrote de los baches, de pie en el proscenio, promulgó la implementación de un sistema muy rutilante de pavimento hidráulico, en la Ciudad de Durango. Millones de pesos se inyectaron en la obra que encabezó los principales diarios de nuestra capital.
Todos querían una foto con La Gonzala, como se le conocía a gonzalito. Un Presidente tan sencillo, decía él, que iba a su oficina en huaraches a ordenar.
A los pocos meses y con las lluvias, nacieron nuevos baches en las calles, la gente en sus vehículos a gran velocidad (aproximadamente 20 kilómetros por hora) se topaba de repente con la necesidad de frenar y/o esquivar un bache para no atropellarlo, de ser así, significaría una gran pena que lo llevaría a prisión y obtendría fianza de acuerdo a la compostura del vehículo. El bache atropellado sería incinerado y sus restos llevados hacia la rotonda.
Los Aurigas comenzaban a manifestar irrebatiblemente toda su repulsión por la presencia de intrusos en las calles. Alegaban que los alerones de sus vehículos se habían destartalado (ya dibodo).
Fue entonces cuando, para algunos, se determinó un acto lumínico, para otros nefando y falto de moral, “Arredran a los baches” gritó una de ellos, delante de una fila inmensa de baches que lo escoltaban por la Avenida principal.
Fementido!! Fementido!! Gobierno Fementido!! se escuchaba por todos lados.
En Sesión de Cabildo, del siguiente viernes, se determinó reglamentar la presencia de los baches en nuestra entidad…

Se levanta Jacob y va hacia adentro de la casa. Me dice que mañana continúe y ni hablar. Mañana será.

Y como dijo Sólo. “Los Dejo”.

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