martes, 7 de septiembre de 2010

por fin Casisuelo o Héroe

Con su permiso pero tengo la inquietud de comunicarles, como cuando nuestros políticos suben a anunciar algo premonitorio que les cuelga los ojos, que el día de ayer tuve no el gozo pero sí la oportunidad de oír a un grupo de jóvenes ladrar el apodo de Casisuelo. Nunca me hubiera imaginado a qué se referían y, así como en el fútbol, de primera intención, intenté desmenuzar aquello que acababa de escuchar. Lo deletreé casi gesticulando como las mulas y por fin le encontré sentido.
Al principio me alertó sobre la presencia de alguien de escasa estatura, comencé a imaginar que sería alguien muy querido o muy odiado para hacer honores a tal apodito. Caminé de puntitas para evitar aplastarlo y evitar encontrarme con él, pues imaginaba que si me lo encontraba de frente, iba a comenzar a sentir un tremendo jalón en el pantalón a la altura de las rodillas. Seguí sigilosamente mi andar hasta toparme a una pequeña masa de jóvenes precoces que continuaban ladrando el mencionado apelativo.
Desvié la mirada y me encontré con él que, a mi azul juicio, debería llevar otro sobrenombre. Se trataba de un hombre en silla de ruedas pero, en esta ocasión se había eclipsado de su silla, la cual permanecía a un lado de él.
Se encontraba descansando y disfrutando sus azarosos alimentos. No se percataba y si lo hiciera le importaría muy poco escuchar a los jóvenes. De pronto oteó sobre su hombro y los vislumbró. Lejos de regresar infantilmente la agresión verbal por su discapacidad física, que por mi desatención olvidé mencionar que no tenía piernas, sólo de extremidades tenía sus brazos, prosiguió sus alimentos moviendo la cabeza decepcionadamente.
Yo como que me hice el occiso y, como la pantera rosa, me fui despacito alejando del lugar, no vaya a ser que aquel hombre me confundiera como uno más de los insultantes. Aproveché mi perfil oscuro y me fui alejando del plano visual.
Yo no sé qué méritos sean los que le falten a aquel hombre para ser llamado de otro manera y no tan peyorativamente, pues pienso que, personas así merecen ser llamados Héroes. Con sólo pensar que uno tiene esa costumbre de sentarse a la cama, acomodar las cobijas, recostarse, tomar las cobijas, cubrirse, acomodarse, reacomodarse, los que padecemos insomnio, volver a acomodarse, ahora sí que como los perros de lado a lado y buscar entre la paredes del silencio el sueño y él, el Héroe, sólo se abalanzó de su silla y se arrojó de golpe y porrazo hacia el suelo, como cuando uno avienta algo al suelo sin mirar cómo cae.
Esa diferencia hay entre esas personas, y peor que viven en la calle. Pero bueno, ya me voy yendo que hay todo un torbellino aquí de cosas por hacer.


y como dijo Sólo: Los dejo

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