jueves, 7 de octubre de 2010

Ni perdón ni Olvido II

El 18 de septiembre de 1968, el Ejército Mexicano ocupa Ciudad Universitaria deteniendo a todos los estudiantes y trabajadores que estaban en el momento. El 23 de Septiembre, como protesta a las detenciones el Rector de la UNAM presenta su renuncia. Para este entonces la clase obrera se había sumado a la lucha de los jóvenes.
Finalmente, el miércoles dos de octubre llegaron, cerca de cincuenta mil estudiantes en camiones y a pié, hacia la plaza 3 culturas de Tlatelolco. Fueron arribando igualmente los soldados que darían muerte a centenares de jóvenes.
En nadie cabía el pensamiento del desenlace. Todos se imaginaban que los iban, posiblemente a detener. Fue cuando alguien de los soldados lanzó al aire una bengala, señal de anuncio de la masacre. Varios soldados comenzaron a realizar disparos contra los jóvenes.
Fue un caos, una masa humana que huía por entre las calles que yacen de la plaza 3 culturas.
Los soldados aparecían por todas las calles, los arrinconaron, no dejaron si quiera llegar algunos camiones que comenzaban a arribar, de haberlo hecho la tragedia sería más terrible.
Monstruos verdes les disparaban desde los edificios cercanos. Se convirtió en una carnicería. Es el acto más nefando del Ejército Mexicano. Había mujeres en la plaza, en las calles, señores de la tercera edad. Lamentablemente les tocó ser parte de los asesinados, heridos. Los soldados traían bayoneta en sus armas lo cual hace más sangrienta la escena. La gente que transitaba veía una lluvia de plomo, sus ojos se salpicaban de rojo.
Tiempo después, el Presidente de la República, quiso hacer oídos sordos ante la multitud que le reclamaba el atentado hacia inocentes.
Es lamentable que muchos mexicanos no sepan qué se festeja y andan, por las venas de la república, armando su propia revolución. Personas inocentes dieron su vida por exigir mejor educación, mejor trato, un México Mejor. La respuesta del gobierno es la misma de siempre. Cuando hay alguien que les estorba los manda matar y asunto arreglado.

Y como dijo Sólo: “Los dejo”.

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